El Sáhara no fue siempre un desierto. Pasó por épocas en las que tenía un cordón de lagos, cuencas fluviales y praderas que conformaban un paisaje amable para la expansión humana. Un proyecto arqueológico hispano-marroquí que excava desde hace 17 años en el norte de Marruecos confirma esta teoría del ‘Sáhara verde’ y apunta a que los primeros humanos se expandieron más rápido de lo que se creía.